Una de tus alumnas de 6º curso, es nueva en el colegio y está desesperada por tener amigos. Vanesa parece solitaria y deprimida. En el recreo nadie se acerca a ella ni la acompaña al volver al aula. Es una buena estudiante, pero parece que no encaja. En ocasiones, ha tratado de unirse a un grupo ofreciendo su ayuda o haciendo preguntas, pero estas iniciativas nunca funcionan. A veces, logra iniciar una amistad, pero jamás dura porque a Vanesa le emociona tanto la posibilidad de entablar una relación que acaba por alejar a la nueva amiga al abrumarla con atenciones, inundarla con regalos especiales, mostrarse demasiado efusiva y compartir con ella sus secretos y preocupaciones más profundas. Al final, Vanesa parece ser la explotada, la abandonada o herida. Últimamente, la niña parece cansada, está pálida y sus tareas aparecen descuidadas e incompletas.
¿Qué te preocupa de esta niña?
Vanesa necesita desesperadamente ser aceptada por el grupo y de ahí que su comportamiento con el resto de sus compañeros pueda resultar abrumador. Esto provoca el rechazo del resto de la clase y la consiguiente merma de autoestima de la niña. Nos preguntamos por qué Vanesa adopta una actitud tan demandante. Aparte de que es evidente que siente la necesidad de integrarse y socializarse con el resto del grupo, tal vez arrastre carencias afectivas procedentes de su entorno familiar o haya tenido alguna mala experiencia en otros colegios.
¿Cómo debe sentirse?
Muy probablemente, Vanesa se sienta marginada e incomprendida. La niña acusa falta de perspectiva con la situación y consigo misma. No entiende que los demás no la acepten cuando ella pone todo su empeño en ello. Con toda seguridad, si esta dinámica no se rompe, acabe creyendo que los otros están en contra suya.
¿Ves esta situación de riesgo?
Sí, nos preocupa, porque Vanesa puede introducirse en una dinámica victimista. Su razonamiento puede ser el siguiente: “A pesar de que intento ser amable con los demás y hacer amigos, mis compañeros no me aceptan, haga lo que haga”. Probablemente, este pensamiento negativo degenere en un proceso de autoinculpación: “Algo debo estar haciendo mal, algún defecto debo de tener para que los demás no me acepten”. Esta creencia puede ser la antesala de una depresión infantil.
¿Cómo lo resolverías?
Creemos que hay cinco aspectos fundamentales sobre los que hay que actuar:
1. Hablar con la niña. El docente debería acercarse a Vanesa e intentar averiguar cómo se siente, por qué ha disminuido su rendimiento académico y cómo interpreta ella su situación.
2. Hablar con los padres. Exponerles la situación de la niña y averiguar e intuir en una pequeña entrevista cuál es la situación de Vanesa en su entorno familiar. Sería interesante concienciar a sus padres sobre la necesidad de adaptación de la niña en el colegio y la falta de seguridad que le está provocando el rechazo de sus compañeros.
3. Consultar o utilizar el apoyo psicopedagógico del centro.
4. Líder del grupo. En toda clase, hay un líder. Este alumno o alumna podría ayudar a Vanesa a integrarse en el grupo. Para ello, el docente debería idear alguna actividad conjunta entre ambos.
5. Establecer trabajos por grupos. Para reforzar el punto anterior, se deberían crear grupos de trabajo para que Vanesa fuera rotando entre ellos. Así, la niña podría entablar relación con distintos compañeros de clase.
La depresión infantil
¿Puede estar sufriendo Vanesa depresión infantil? En ese caso, ¿qué es? ¿Cómo podemos detectarla? He encontrado tres enlaces que explican de forma muy clara qué es la depresión infantil y cómo enfrentarse a ella.
http://www.guiainfantil.com/salud/cuidadosespeciales/depresioninfantil.htm
http://www.psicologoinfantil.com/articulodepresion.htm
http://www.relaciones-humanas.net/depresioninfantil.html
Lourdes García Pinel.
1º Magisterio.Especialidad Infantil.
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